El movimiento favorece el desarrollo de las diversas inteligencias. El movimiento favorece la motivación del niño en los aprendizajes. El movimiento favorece la concentración , ayudándoles a centrarse en una tarea durante un largo periodo de tiempo.
Son muchos los estudios que demuestran que, en contra de lo que pudiéramos creer, movimiento y aprendizaje están relacionados íntimamente. ¿Cuál es la explicación a esta afirmación? Muy sencillo. Dependiendo del tipo de movimiento que realice nuestro cuerpo éste es controlado por unas zonas del cerebro u otras. Así, los movimientos más sencillos se realizarán desde las zonas subcorticales y los más complejos serán llevados a cabo gracias a la corteza motora.
Aunque parezca increíble, son las mismas áreas que las que participan en los procesos de aprendizaje. De esta manera, si los movimientos se han trabajado, adquirido, interiorizado y automatizado de forma correcta, esa zona quedará libre para que se puedan llevar a cabo otras tareas como, por ejemplo, el proceso de adquisición de la lectura o de la escritura, básicos en la etapa escolar.
Pero no solo son éstas las zonas que están involucradas en el movimiento y aprendizaje, otras zonas como el cerebelo, el sistema vestibular o el sistema activador reticular, van a influir en aspectos como el equilibrio, la coordinación, la postura, el movimiento, la percepción espacial, la memoria o la atención. Asimismo, diversas áreas del lóbulo frontal, como son el córtex prefrontal y las zonas dorsolaterales, van a intervenir en ambos aspectos, dando lugar a la resolución de problemas, la planificación y la secuenciación de los procesos a la hora de hacer o aprender cosas nuevas.
